Cada cierto tiempo surge una película de un género tan trillado y maleado como la comedia romántica que parece insuflar un soplo de aire fresco, y este año la racha de viento la agita Christos Nikou con Fingernails (Esto te va a doler), presentada en la Sección Oficial del 71º Festival Internacional de Cine de San Sebastián, una película que utiliza un recurso un tanto raruno más propio de la ciencia ficción para indagar en la naturaleza del amor y que descubre la irresistible química en dos de los mejores actores del panorama cinematográfico mundial: Jessie Buckley y Riz Ahmed.
En un presente distópico, las parejas pueden averiguar si tienen compatibilidad cien por cien con mediante una sencilla prueba que consiste en arrancarse una uña y meterla en una especie de microondas que arrojará el resultado, un método que la joven pareja formada por Anna (Jessie Buckley) y Ryan (Jeremy Allen White) ha utilizado, al igual que muchos otros neoyorquinos. Pero Anna, una joven profesora en paro, con el paso de los años duda de la fiabilidad del resultado. Hasta que encuentra trabajo en el Instituto del Amor, un lugar que se dedica a hacer el test y a preparar a las parejas mediante clases para intentar mejorar el porcentaje de compatibilidad, donde empezará sus prácticas con Amir (Riz Ahmed).
Salvo la excusa del test de compatibilidad, que, al igual que las pruebas, es a lo que se aferra Nikou para retorcer el colmillo irónico y sacar comedia, que en algunos momentos lleva a la carcajada -muy al estilo de su compatriota Yorgos Lanthimos, con el que colaboró en Canino-, Fingernails apuesta todo (o casi todo) a un guion sensible e inteligente que evita caer en lo cursi mediante humanismo y ni un ápice de cinismo, fiándolo todo a la idea de que el amor no atiende a razones ni a pruebas científicas. Y sus atractivos protagonistas, además de descubrir facetas artísticas que no conocíamos hasta ahora -las cualidades de Jessie Buckley como cantante y las de Riz Ahmed como bailarín- se entregan en cuerpo y alma a esta idea y construyen una relación humana tierna, realmente empática y verosímil que encandila y enamora. El resto del reparto funciona muy bien, con un Luke Wilson comedido e idóneo como director del Insituto del Amor, y Jeremy Allen White como pareja de Anna, que desprende una energía muy distinta de la de su protagonista en The Bear.
La película además cuenta con una banda sonora de Christopher Stracey (Cha Cha Real Smooth) que se apoya en temas de amor archiconocidos (Total eclipse of the heart, Only you, La mer…), que utiliza -a veces irónicamente- a lo largo de toda ella, y una fotografía otoñal de Marcell Rév (ganador de un Emmy por su trabajo en Euphoria) que favorece e impulsa su tono melancólico.