TÍO OSCAR arranca aquí su tradicional análisis de los Oscar categoría por categoría. La primera es la de mejor actor de reparto, un apartado dominado por Christian Bale, que lleva buen ventaja con su Dickie de The Fighter. Tras él, el inmenso talento del asutraliano Geoffrey Rush y el nuevo chungo oficial de Hollywood, Jeremy Renner. Completan el quinteto el versátil Mark Ruffalo y el inesperado John Hawkes.
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Christian Bale por
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Pablo López Christian Bale es muy dado a abusar de los cambios físicos y el exabrupto gutural para dotar de más credibilidad a sus personajes. Algunas veces peca de excesivo, pero en este The Fighter, compone el personaje perfecto en la recreación de este omnipresente Dickie, protagonista en la sombra de esta historia de entendimiento familiar maquillada con rings y guantes de boxeo. La carrera es dura, los competidores esta año tiene una calidad altísima en sus interpretaciones, pero sin duda, es una muy buena oportunidad de premiar a un actor maltratado por los premios y que desde hace tiempo se viene pidiendo su reconocimiento. No hay que hacerse ilusiones, tan válido es su trabajo como el de los otros cuatro competidores y la justicia, en este caso, estará de parte de cualquiera de ellos. |
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Jeremy Renner por
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Fernando de Luis-Orueta Es la segunda nominación consecutiva para Jeremy Renner, que el año pasado compitió por el Oscar al mejor protagonista por En tierra hostil. A aquel tipo duro y torturado, le sucede ahora este maleante de barrio, un cualquiera que quiere escapar de su mediocridad con la violencia -física o no-. No es fácil llenar un personaje de por sí vacío como Renner hace en The Town (Cudad de ladrones). Es una de las poquísimas oscasiones en que un cabezahueca es mucho más que un liante, un corrupto o ser un despreciable. Es también un hermano, un envidioso y hasta un miedica. Es una alegría que la Academia -como otras asociaciones antes- sepan reconcer el talento y el trabajo bien hecho allá donde se encuentre. |
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Mark Ruffalo por
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Samuel Pérez Si hay un actor todoterreno y con presencia en el panorama del cine norteamericano actual ese es Mark Ruffalo. Aunque comenzó como tantos compañeros de su generación con pequeños roles y aportaciones al terror de serie B (se le pudo ver en El dentista de Brian Yuzna), el punto de inflexión en su carrera lo marcó en el 2000 su participación en Puedes contar conmigo, donde se complementaba a la perfección con la gran Laura Linney. Ha tocado todos los palos: el cine comercial (Windtalkers, de John Woo), el indie (Mi vida sin mi, de Isabel Coixet) o el de culto (¡Olvídate de mi!, de Gondry), y se lo han rifado los mejores directores de la década (Fincher en Zodiac, Michael Mann en Collateral, Scorsese en Shutter Island). En tan sólo 10 años Ruffalo se ha labrado un carrerón impresionante, pero su primera nominación al Oscar le viene por su Paul en el drama que reinventa el concepto de familia Los chicos están bien. Aunque su personaje es el que, injustamente, sale peor parado en el guión, su caracterización está llena de empatía. Nos es fácil identificarnos con este hombre que se ha construido a sí mismo y que su humanidad le conduce a cometer errores. Como todo el mundo. Su interpretación es un derroche de carisma y de sinceridad. Por desgracia tiene todas las de perder el día 27, pero parece que por fin se le han abierto las puertas de los premios a este gran actor y estamos seguros de que esta es la primera de un buen numero de futuras candidaturas. |
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Geoffrey Rush por
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Jesús Rubio Para Geoffrey Rush (Queensland, 1951) no hay mayor novedad, si bien su última nominación fue hace ya diez años por Quills (P. Kaufman, 2000), y aún más lejos queda su único triunfo como mejor actor por Shine (S. Hicks, 1996). Su mayor ventaja competitiva es formar parte de una historia bigger than life y encarnar al arquetípico personaje previsiblemente impredecible, sin fisuras, didáctico pero en los límites de lo ortodoxo, con espacio amplio para la réplica, y que a nadie cabe duda, terminará aportando luz al conflicto redondeando de esta forma el dibujo diáfano de su personaje. No es ningún secreto que aportaciones como esta son tentadores caramelos para la Academia, siempre y cuando su inercia más clásica siga prevaleciendo sobre propuestas menos convencionales. |
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John Hawkes por
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María Pérez Aunque es el contendiente con menos posibilidades de entre los cinco, la verdad es que John Hawkes, cuyo rostro es uno de esos que parece que llevamos viendo toda la vida en cine y televisión, ofrece en Winter’s Bone una de las mejores interpretaciones del año. Como Teardrop, tío de Ree, cambia su registro habitual de hombre de maneras suaves por un tipo amenazante, feroz, que hace que la violencia parezca inminente cuando aparece en pantalla. Es un hombre complejo, sin embargo: alterna entre la crueldad y la ternura a su manera, y aunque está atrapado por las desquiciantes normas de la sociedad en que vive, también deja claro que no está dispuesto a hacer nada por cambiarlas. Hawkes maneja las diferentes caras del hombre con igual facilidad y convicción, y las transiciones entre ellas son como un latigazo de realidad. |
Debería ganar: Geoffrey Rush por El discurso del rey
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