Genki Kawamura, prestigioso productor japonés, sobre todo de títulos de anime como Tu nombre (en cuya adaptación estaounidense figura como coproductor), Belle, El tiempo contigo, Mirai o El niño y la bestia, presenta en la sección oficial de la presente edición del Festival de Donosti su primer largometraje como director, una delicada y deliciosa película repleta de simbolismo sobre la pérdida de memoria y sobre la identidad.
Tras una serie de incidentes en que aparece desorientada, Yuriko es diagnosticada de demencia, y su hijo Izumi tiene que hacerse cargo de ella a medida que la enfermedad avanza y ella no puede seguir viviendo sola, intentando olvidar que durante un año Yuriko le abandonó.
Con una serie de recursos estilísticos y simbólicos que recuerdan al cine japonés de animación, Kawamura cuenta la historia de una relación maternofilial muy tensa que se explica mediante flashbacks, algunos de ellos alegóricos. Uno de los recursos más bellos es el uso del amarillo, símbolo de la luz, que sirve de hilo conductor a lo largo de toda la cinta, que la madre usa a lo largo de toda ella en la vestimenta y que a medida que se acentúa la demencia y los recuerdos se difuminan, aparece más desvaído, desde el amarillo intenso de los abrigos en los flashbacks más antiguos hasta el casi inexistente en un recital de piano que da en su residencia hacia el final, y ya desaparecido por completo en el último plano. Pero a medida que el amarillo va desapareciendo, también se va difuminando la tensión entre ellos.
La película ahonda con ritmo pausado y mediante saltos temporales en las razones que llevan a una madre a querer abandonar a su propio hijo, en la soledad y el abandono que esa mujer siente en diferentes momentos de su vida. Con una fotografía que prescinde de las luces intensas, el camino hacia el momento de reconciliación y comprensión final del hijo a su madre se hace esperar pero se recibe con mucha emoción.