Tras la cancelación de Me llamo Earl hace poco más de un año, Greg Garcia nos ofrece una nueva comedia, Raising Hope, en esta ocasión para la FOX, que parte de una base similar, el análisis ácido pero benevolente de los habitantes de la América profunda, los white trash. El piloto nos brinda situaciones delirantes y esperpénticas, su toque de dulzura y positivismo y un acertado reparto en el que brillan por encima de los demás una recuperada Martha Plimpton y una maravillosa Cloris Leachman.
El protagonista de Raising Hope es Jimmy (desconocido y bonachón Lucas Neff), joven de veintipocos que vive una existencia vacía trabajando como limpiapiscinas y que aún vive con la fumadora empedernida de su madre (Plimpton), su descerebrado padre (Garrett Dillahunt – Terminator: Las crónicas de Sarah Connor), el fiestero de su primo (Skyler Stone) y su senil abuela (inconmensurable Leachman). Jimmy ansía poder hacer algo con su vida y, tras una noche loca y año y medio más tarde, se ve con un bebé en sus manos y la posibilidad de hacer algo nuevo, algo bueno y dar sentido así a sus días, a pesar de la oposición de su familia, que no se lo pondrá fácil.
El planteamiento de base de Raising Hope es prometedor, como ya lo fue el de Me llamo Earl, por lo que esperamos que Garcia sepa mantener el ritmo y el interés en los exagerados personajes a lo largo de los capítulos. Porque el ritmo es un elemento que funciona a la perfección en el piloto: en tan sólo 22 minutos suceden muchas cosas, se nos perfila perfectamente a los personajes e incluso tiene lugar una elipsis de más de un año.
El sentido del humor, a pesar de pecar de falta de originalidad (es fácil en el fondo reirse de las limitadas mentes de los personajes) es inteligente, con su punto de políticamente incorrecto, pero a la vez es más amable, apelando a los sentimientos que produce la llegada de un bebé a un núcleo familiar. Si la serie logra mantener el equilibrio entre lo absurdo y lo sentimental, podemos tener show para rato.
Pero el verdadero éxito de Raising Hope radica en un casting escogido a la perfección, equilibrado y con actores que saben imprimirle el toque de humanidad a unos personajes que bien podían haber caído en la mera caricatura. La nueva propuesta de Greg Garcia es un buen ejemplo de que, en lo que a comedia pura y dura se refiere, las networks siguen dando con la fórmula mágica para hacer reir a su público.