{mp3}intermezzo/amelia{/mp3} Suena ‘Introducing Amelia’ |
Amelia
Compositor: Gabriel Yared Sello: Varese Sarabande Duración: 52′ 50» Lanzamiento: 10 de noviembre de 2009 |
Amelia ha sido el gran tropiezo de Fox Searchlight en Estados Unidos. El prestigio de su directora con películas como La boda del monzón no ha servido para levantar una historia cuyo traslado a la pantalla ha sido literalmente apaleado por la crítica. A priori, la hazaña de Amelia Earhart, la primera aviadora profesional que en 1932 cruzó el Atlántico, interpretada por la siempre interesante Hilary Swank, premiada con dos Oscar, contaba con muchos puntos a su favor. Pero la calidad de una película nunca ha distraído a un virtuoso de la composición como Gabriel Yared, que ha sacado adelante excelentes partituras con películas más que cuestionables.
El músico de origen libanés es posiblemente uno de esos compositores que casi podemos calificar como infalibles. Sus partituras contienen una sensibilidad y una sabiduría que prácticamente garantizan el estar ante un buen trabajo. Su tándem con Anthony Minghella le reportó sus éxitos más gratificantes. Ganador del Oscar en 1996 por la épica El paciente inglés, volvió a optar a la estatuilla por El talento de Mr. Ripley (1999) y Cold Mountain (2004). Es evidente que la inesperada muerte del director sin duda también mutiló drásticamente su carrera. Con todo, es más que probable que su talento le siga abriendo caminos tarde o temprano. Cuando conocí a Gabriel Yared personalmente hace dos años me sorprendió su fuerte personalidad. No dudó en abandonar cinco minutos a todo un público entregado para fumarse un cigarrito. Tampoco me olvido de la pregunta de un joven que quiso alabar su partitura para Cold Mountain (cuyo score sufrió una edición discográfica lamentable). Yared le replicó poco menos que su trabajo para esta película era basura, dejándole con el piropo en la boca (yo comparto la opinión del asistente). Es un hombre que limita las firmas de discos, pero en cambio te responde e-mails como si fueras un amigo. Con esto quiero decir que a veces es muy cierto eso de que los genios se forjan bajo caracteres difíciles. Porque Yared es un genio.
Pero esto por sí sólo no siempre es sinónimo de éxito en la industria del cine. Christopher Young, nuestro adorado señor de las tinieblas musicales, apuntó hace unos meses que por mucha personalidad y prestigio que tuviera un músico, al final están ahí para cumplir una labor dentro de una película y si su trabajo no es considerado apto, es el músico quien debe plegarse ante las exigencias del director. Este comentario, que hizo en referencia al cabreo de Danny Elfman con Sam Raimi, es muy aplicable a Gabriel Yared. Todos conocemos casos flagrantes de ejecutivos de estudio y directores que rechazan excelentes partituras por tener poca visión cinematográfica y sensibilidad musical en favor de productos menos arriesgados y más empaquetados. Casi todos han sufrido este mal trago, pero hay que tomárselo con deportividad. Y Yared es uno de los que la lió parda cuando le tocó. Después de trabajar un año en la partitura de Troya, de Wolfgang Petersen, le comunicaron su despido, lo que le sentó muy mal. Efectivamente, tal y como él mismo decía, su trabajo era sublime y su score para esta película le daba mil vueltas al de James Horner, pero de ahí a lanzar improperios a través de canales públicos y ponerse a todo un estudio en su contra hay un camino. Y es quizás esto lo que le ha mantenido alejado de Hollywood durante un periodo considerable.
Amelia le traído de vuelta a las superproducciones de primer orden. Ésta le ha permitido explorar ciertas pautas melódicas en el tono más clásico de la composición cinematográfica. Grandes nombres como los de John Barry o Maurice Jarre me asaltan a la mente escuchando ciertos pasajes y no puedo más que mostrar una brutal admiración por el talento de Yared. Su vena romántica y lírica sigue siendo muy necesaria en un cine en el que los golpes de efecto lideran los éxitos de la industria. La selección y combinación de ciertos instrumentos es exquisita, sobre todo los solos a piano y la aportación de los vientos, en especial, de las flautas como elementos étnicos del conjunto. La variedad temática es muy nutrida, pero los temas se entremezclan mucho y están presentados muy sutilmente. Pero, sin duda, lo mejor es la construcción y el desarrollo del score, hilvanado con una impecable elegancia y sofisticación. Y todo ello combinando el sabor clásico de la orquesta con ritmos más modernos.
La partitura se abre solemnemente con la pieza ‘Introducing Amelia’, un embriagador segmento que nos presenta las líneas temáticas del compacto. En su primera parte escuchamos el tema principal, que se repite en varios momentos del disco. Es una suave melodía amplificada por los violines, que enfatiza el carácter épico de la protagonista. Especial mención merece la impresionante explosión orquestal del final. El tema de Amelia se desarrolla con mejor espectro melódico en los temas ‘Amelia and George’ y ‘Radio Love Call’, cuyo epílogo de vientos al estilo arábigo es realmente evocador. El tema también recibe varias interpretaciones, todas distintas pero ejecutadas con sumo cuidado, en las pistas ‘No longer a passenger’ y sobre todo ‘Amelia’, en la que Yared concentra la esencia de todo el tema a piano y con un sutil acompañamiento. El sonido de un antiguo gramófono abre un vivaracho solo al piano al que pronto se unen los recursos más pintorescos de la orquesta en el tema ‘Flying with Eleanor Roosevelt’. Un tema altamente recomendable que está planteado casi como un baile acompasado de instrumentos y con el que Yared consigue dar el tono adecuado a la escena. Esta pieza es sólo un ejemplo de que hay compositores que se estrujan la cabeza para hacer algo memorable, aunque sea breve.
Amelia es mucho más que un excelente perfil de música romántica. Yared combina estas piezas con otras de sabor folclórico y algunas también entregadas a la acción dinámica. En el primer caso, en mi opinión, triunfa de manera rotunda. Su música contemplativa, dedicada al regocijo de la protagonista en los cielos, es impecable. Los temas ‘The Call of the Wild’ y ‘Vagabond of the air’ son secillamente extraordinarios. La utilización de los violines en un plano agudo para simular el cielo y las flautas arábigas para recoger la emoción de la escena son el armazón de un concierto temático fascinante. La primera pieza está más orientada a dibujar la sensación de levitar en el cielo con un admirable desarrollo escrito milimetrado. La segunda, ‘Vagabond of the air’, es más un retrato subjetivo del esplendor africano. En ella se incluye un solo de gaita, cuya melodía planea también por otros cortes de la partitura a través de varios instrumentos de viento pero que aquí obtiene una ejecución realmente hermosa. Por cierto, que se da un aire al tema principal de Clint Eastwood para El intercambio, salvando las diferencias. Este corte me tiene realmente deslumbrado y pienso que es probablemente la mejor pieza del año. Por último, también hay cobijo para aquellos pasajes más incidentales. ‘Hawaii *****’ y ‘Final Flight’ son dos ejemplos muy estimulantes de cómo una orquesta debe funcionar en una película para subrayar la tensión. Esta última canción por cierto dura la friolera de once minutos (que también se pasan volando).
En conclusión, estamos ante una soberbia composición con regusto clásico, admirable en cada uno de sus planos: el estilístico, el temático, la ejecución. Todo es sencillamente maravilloso. Quizás si puede achacársele una pega: el no tener ninguna limitación. Es una música que no tiene prejuicio alguno en ser grandiosa. La película peca de serlo y cae en el tópico, pero la música, siendo igualmente ampulosa, se despliega con maestría. Por eso, quizás, muchos críticos no la han tomado en serio dentro de la película. Tampoco le podemos pedir a Yared que haga algo superoriginal para salvar la película. No es problema suyo que la cinta sea un truño. Con todo, es realmente refrescante encontrarse con una partitura de estas características. Esto no pasa muy a menudo. Estamos ante un magnífico viaje musical, uno de los mejores y más rotundos triunfos de este año. La Academia no debería pasar por alto esta partitura que merece con todas las de la ley ser finalista al Oscar. Es más, es un esfuerzo muy digno para ganar la estatuilla. El inconveniente está en saber si el gremio de compositores sabrá discernir la calidad de la película de la de su música. El enigma de saber si optarán por obviarla, como con Mensaje en una botella, o salvarla, como hicieron con Cold Mountain.
LO MEJOR: Prácticamente todo: su orquestación, su apuesta por el sinfonismo y la melodía, y su perspicaz escritura.
LO PEOR: Cierto tono grandilocuente que puede diluirse y perjudicar la música en una película muy a favor del histrionismo. La falta de originalidad del trabajo, que, por otro lado, no tiene por qué ser un inconveniente.
EL TEMA: Destaco especialmente ‘Vagabond of the air’
Pistas
1. Introducing Amelia (4:59) 2. Flight to Wales (4:25) 3. Amelia and George (4:12) 4. No Longer a Passenger (6:54) 5. Flying with Eleanor Roosevelt (2:36) 6. Amelia and Gene (3:03) 7. The Ecstasy of Flying (2:00) |
8. Vagabond of the Air (3:37) 9. Hawaii ***** (2:22) 10. The Call of the Wild (3:08) 11. Radio Love Call (2:15) 12. Final Flight (11:03) 13. Amelia (2:16) |