Christopher Young nos brinda la primera gran partitura del 2009. En Presencias extrañas,cinta de miedo que pronto se estrenará en España, resuelve magistralmente un ejercicio de sentido y horror. Un material creado para hacernos estremecer y más con este score. También supone la vuelta y el encumbramiento de este compositor como uno de los mejores del género. En este sentido, nos preguntamos qué tendrá el terror que ha dotado de tanta inspiración a las partituras de cine.
Presencias extrañas, protagonizada por Elizabeth Banks y David Strathairn, es el remake del éxito de terror coreano Dos hermanas que narra el regreso de una chica con problemas mentales junto con su hermana al hogar. Muy pronto el miedo se apoderará de la joven al sufrir unas terribles e inesperadas apariciones. Vapuleada implacablemente por la crítica americana, el filme confirma una vez más que el gran cine de horror asiático sigue siendo insustituible.
No siempre las malas películas tienen malas partituras. Esta verdad es cada vez más tangible gracias a la labor de Chris Young, un compositor de serie B que se ha trabajado el género como ningún otro. Si bien es un músico que tiene una gran reputación entre los aficionados nunca la ha conseguido dentro de su profesión. Pese a que no para de trabajar lo hace casi exclusivamente en películas de rango menor, construyendo grandes partituras para filmes absolutamente prescindibles. Sin ser uno de los genios y haciendose un hueco entre los grandes, Young tiene en su haber fabulosas partituras como Homicidio en primer grado y sobre todo, sus dos Hellraiser.
La partitura se abre con el tema central The uninvited, un ejemplo de manual de lo que es un clásico corte de terror. Young nos recuerda que detrás de los horrores siempre hay una tragedia y de ahí nace este bello tema cuya carga coral define el resto de la partitura. Todo, los instrumentos, las frías voces, su orquestación, su desarrollo, es en sí un homenaje a la evocación del género. A partir de aquí nos sumergimos en una composición que desgrana sus grandes temas en los silencios de la acción.
Los coros son los oídos del compositor durante toda la película. En efecto, son uno de los puntos fuertes de la partitura. La perfecta mezcla de diálogos corales con la acción es el retrato perfecto de la sutileza de este compositor. La angustia vocal de I’m at the party, las melancólicas gargantas en Corpse Christmas, los susurros históricos de Bloody Milk o los cantos ahogados en Cry of Love son varios de los ejemplos. Precisamente esta última pieza y prácticamente toda la de The screaming bell contienen unos impresionantes minutos sustentados Únicamente por voces humanas que literalmente nos pone los pelos como escarpias. De lo mejor de la partitura.
No sólo de voces bebe Young para evocarnos la muerte. Dos vertientes contrastan el miedo intrinseco de los coros: las piezas románticas y aquellas de suspense. Para las primeras, Young utiliza un triste y tenso piano para guiarnos en las oscuridades (Twice Told Tales) y violines en su punto álgido para llenar de tragedia la leyenda (Pairs in love, Working Dreams). A destacar la pista Glass in act, una inquietante pieza de cuerda al más puro estilo Philip Glass. En la acción es donde Chris, como siempre, se sale. Pocos son los músicos que escriben tan bien la desesperación y el pavor como él. Muchos de los temas a coros y específicamente A dance with no one recogen varias de sus excelencias. Que no os abran la puerta de la habitación mientras la escucháis no os vayan a dar un susto de muerte. El compacto se cierra con A tale of two sisters que recoge el tema central pero alargado, mejor versionado y con un mayor protagonismo de dos voces femeninas. Precioso. Haceros con él, en serio. Si quereis tener una de las mejores bandas sonoras en un tiempo sobre este género, no lo dudéis, es ésta.
Como conclusión, abro una pequeña reflexión sobre lo que yo denomino los compositores olvidados. Que no dejan de ser compositores que por trabajar en películas que se alejan del drama no suelen recibir el reconocimiento de sus colegas. Muchos de ellos son músicos buenos y efectivos pero que no llegan a estar en la liga de los mejores simplemente porque no reunen los méritos para hacerlo. Hablo de Carter Burwell (No es país para viejos), George Fenton (Ana y el rey), Marco Beltrami (3:10 to Yuma). Otros pocos sí los reunen pero no lo hacen. Es el caso de Chris Young. Su dedicación casi exclusiva al género de terror le ha reportado un retiro placentero y continuado en el cine haciendo lo que le gusta. Y pese a que no son pocos sus trabajos en comedia (Lucky You) y el drama (Huracán Carter) siempre tenemos la sensación que de acepta lo que otros no quieren. Mejor para nosotros y para él porque nosotros disfrutamos de su vertiente genérica y él trabaja en lo que mejor se le da. Pero queda la espinita de que algún día se le reconozca su trabajo. Es un caso casi paranormal que estando sus partituras a un nivel tan alto no haya conseguido en todos estos años ninguna palmadita, por ejemplo de la Academia de cine. La respuesta, por supuesto, es fácil. Las películas para las que compone no tienen una proyección de premios. La única que lo pudo haber tenido, Atando Cabos, y que resultó finalmente ser un fiasco, le llevó fácilmente a una nominación al Globo de Oro. La Academia ha hecho progresos al respecto, la nominación de El bosque de James Newton Howard fue un ejemplo digno de que ya es hora de que reconozca la música de terror independientemente de la calidad del filme. La espera por tanto para Chris Young se nos está haciendo un poco agónica. En principio, no debería ser tan difícil. recordemos que los dos mejores compositores de Hollywood, John Williams y Jerry Goldsmith, provienen esencialmente del cine de ciencia ficción, y que Éste último ganó el Oscar por La profecía. No sólo de dramas vive la música.
Compositor: Christopher Young
Sello: Lakeshore Records
Año: 2009