Las Guerras Médicas de ‘300’ inauguran la muestra Syfy

Anoche en los céntricos cines Callao City Lights daba comienzo un año más la Muestra Syfy de cine fantástico. En esta edición, la decimoprimera que se celebra, la cinta elegida para inaugurar ha sido la secuela de 300, en esta ocasión subtitulada El origen de un imperio.

Tomando como gran referencia la característica épica engolada y artificial de la que ya hizo uso Zack Snyder en la primera parte, el recién llegado Noam Murro inunda el metraje de 300, el origen de un imperio de una solemne voz en off que intenta revestir de forzada solemnidad toda la acción de la película, una acción que ya de por si contiene épica, pero la accidentada adaptación que abarca más información de la que es capaz de suministrar en sus 102 minutos, hace aguas a la hora de repetir la fórmula que su predecesora bordó con hilos de oro: convertirse en un icono de culto.

Para bien o para mal, Snyder supo crear desde el primer momento una suerte de hito estético a base de colores saturados, cámaras lentas y sangre a borbotones. Eso aquí se ha cambiado por una aberrante cámara lenta en batallas permanentemente nocturnas, además de poco iluminadas con un constante necesidad de sacar partido de un 3D del que 300 no pudo disfrutar hace ocho años, lo cual crea planos excesivamente sobrecargados de información innecesaria para el espectador.

Pero no todo lo poco acertado de esta secuela reside en Noam Murro. El cast, salvando a una estupenda Eva Green en el papel de la vengadora y cruenta Artemisa, que domina su presencia en pantalla al milímetro se ve obligada a enfrentarse al anodino Sullivan Stapleton que encarga a Temístocles un personaje históricamente casi tan fascinante como Leónidas, pero cuyo carisma en pantalla no llega a la suela de los zapatos al personaje que construyó Gerald Butler. Lena Hadey, la otra gran mujer de esta historia repleta de fornidos soldados griegos, que repite en su papel, tiene una leve presencia que se echa de menos cuando los aguerridos griegos entran en acción.

Por si fuera poco, la historia no ayuda a crear iconos en esta película. Su amplio arco histórico que abarca desde la batalla de Maratón en la primera Guerra Médica hasta la batalla naval de Salamina, en la segunda, deja en segundo plano a los héroes protagonistas que no hacen más que lucir palmito para centrarse en las argucias de la fiera Artemisa, un personaje construido con mucha más maña que el resto.

En definitiva, y dado el desatino de la conjunción de los elementos, el origen de un imperio es como 300 puesta de esteroides (si eso es posible), un intento de recrear el resultado obtenido con la película original convertido en una aberración camp con desastres argumentales que poco o nada más tiene que aportar y/o innovar frente a su predecesora. Esperemos a ver que más nos depara la XI Muestra Syfy.