Críticas desde Cannes: ‘Wara No Tate’ y ‘Blood Ties’

La jornada del lunes no pasará a los anales del Festival de Cannes, como prueba la dispersión de temas en los diferentes medios de comunicación desplazados al festival. La película estrella del día ha sido Wara No Tate (Escudo de paja), de Takashi Miike. A la otra cinta en sección oficial, Un château en Italie, de Valeria Bruni Tedeschi, nadie ha prestado atención. Fuera de competición los focos se los ha llevado Blood Ties, de Guillaume Canet, aunque también hay comentarios para As I Lay Dying, de James Franco.

Carlos Boyero, El Pais
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/05/20/actualidad/1369076912_698629.html

  • Wara No Tate, de Takashi Mike

Nada bueno que contar de la violencia histérica y la negrura de ínfima clase que despliegan el director japonés Takashi Miike en Wara no tate y el chino Johnnie To en Blind detective. Para mí sigue siendo un enigma indescifrable las razones del fervor de los festivales de cine hacia estos directores orientales especializados en tiroteos y mamporros, en el ruido y la furia. Es un cine bastante tonto, una moda sin sentido.
Luis Martínez, El Mundo
http://www.elmundo.es/elmundo/2013/05/20/cultura/1369066491.html

  • As I Lay Dying, de James Franco (Un certain regard)

[James Franco] opta por partir la pantalla en dos tomas simultáneas y que salga el sol por donde sea. La solución se antoja escasa, quizá primaria. Y el resultado en consecuencia lamina el texto original hasta dejarlo en el hueso. Limpio y morondo. Sin reconocerse la tensión agobiante del origen de todo (tanto de la película como de la literatura contemporánea ‘ex toto’), sí que es cierto, y por momentos, que la poderosa voz del Faulkner emerge de la película por la misma razón que lo inevitable acaba por no poderse evitar. Queda, cuanto menos, el intento y la sensación lejana de unas vidas perdidas, olvidadas y rotas.

  • Blood Ties, de Guillaume Canet (Fuera de competición)

Protagonizada por Clive Owen y Billy Crudup, y con James Caan en funciones nostálgicas, la cinta se mantiene en ese extraño término medio que ni añade ni quita. Básicamente, el director de ‘Pequeñas mentiras sin importancia’ se limita a cumplir con las reglas del género con la eficacia debida pero sin conseguir en ningún momento justificar el despliegue de medios (…). la acción es sustituida por unos laberintos dramático-psicológicos con la intención de dar profundidad a la cosa. Y es ahí donde falla el menú. Una hamburguesa, como un buen ‘thriller’, es siempre (o casi) comida rápida y no está mal que sea así.

  • Wara No Tate, de Takashi Miike

Miike, en un ejercicio de atolondramiento redundante, se limita a gritar. Pocas películas hay tan histéricas. Todo se razona, todo se dice, todo se explica a cámara… Pero, y aquí lo irritante, a voz en cuello. Pocas veces, el cine ha vivido un ejemplo más gráfico de confusión entre frenesí y avance. Todo se mueve sin, en realidad, dar un paso. Y con los tímpanos dañados.
María Guerra, Cadena SER
http://blogs.cadenaser.com/la-script/2013/05/20/cotillard-y-canet-a-los-pies-de-la-pareja-de-moda/

  • Blood Ties, de Guillaume Canet (Fuera de competición)

Después del drama burgués de Pequeñas mentiras sin importancia (2010), [Guillaume Canet] se ha lanzado, sin demasiado acierto, a la aventura americana con Blood Ties, intentado entrar en el selecto club de directores que retrataron la violencia del Nueva York de los años 70 como Martin Scorsese o Sydney Lumet. Se ha metido en corral ajeno y se nota (…). Blood ties intenta ser un dramón familiar violento y frenético, y que se queda en un básico ejercicio de imitación de Scorsese – música a todo trapo y violencia cortante-, pero la batuta de Canet no tiene ni fuerza ni ritmo, incluso los tiros a quemarropa y los puñetazos están rodados de forma púdica y mano temblorosa.

  • Wara No Tate, de Takashi Miike

Con hechuras de western urbano, Miike hace una extraordinaria e histriónica puesta en escena. Con grandiosas escenas de violencia, choques e incendios, uno siente que el honor todavía es importante. En estos tiempos de cinismo, Escudo de paja es un brindis de caballeros rebosante de gestos que todavía emocionan.