Doble alegría en el balance del Festival de Málaga: la sección oficial ha tenido cierto nivel, dejando muy atrás los fiascos de otras ediciones; y, lo que es más sorprendente pues contradice la tradición, el jurado ha estado a la altura con un palmarés más que razonable.
Las Biznagas de Oro -en la discutible duplicidad para premiar ambos lados del Atlántico- han recaído en las dos mejores películas del certamen. La española Verano 1993, el delicado relato autobiográfico con el que debuta Carla Simón sobre el proceso de una niña para asimilar la muerte de su madre ya había logrado ayer los premios previos como el Feroz Puerta Oscura y hoy se confirma oficialmente como la mejor cinta que ha pasado por este certamen y avanzamos ya una de los títulos españoles del año.
La hispano-cubana Últimos días en La Habana es sin duda el otro gran largometraje de esta edición por lo que es una impecable ganadora de la segunda Biznaga de Oro y alegra que también haya logrado el premio del público. Fernando Pérez labra una trabajada parábola sobre Cuba y EEUU con el retrato de un vitalista enfermo de sida confinado en una cama y el sombrío amigo que cuida de él. La jovencísima Gabriela Ramos, que interpreta a la rebelde sobrina del agonizante se ha llevado el premio a la mejor actriz de reparto: sólo por su monólogo final se merece dos.
La delicada No sé decir adiós, de Lino Escalera, es la que más premios acumula en el Palmarés: Especial del Jurado, mejor actriz para Nathalie Poza, mejor actor de reparto para Juan Diego y mejor guión para el propio Escalera junto a Pablo Remón. Nada que reprochar tampoco. La película, que como Verano 1993 reflexiona sobre la asimilación de la pérdida de un progenitor, tiene la habilidad del comedimiento basada precisamente en tres grandes interpretaciones -además de los premiados la siempre luminosa Lola Dueñas- y un guión que logra avanzar por caminos nada obvios.
Pese a las dos Biznagas y el Premio Especial, también ha habido una Mención para la gamberra Selfie, que se lleva también el galardón oficial de la crítica. Tiene todo el sentido que esta propuesta, aunque imperfecta, salga con esta distinción bajo el brazo que le acredita como la única comedia de las que se han proyectado poseedora de un aire fresco y la loable intención de hacer una sátira sobre la situación política actual.
El premio al mejor director ha sido para el colombiano Víctor Gaviria que hace en La mujer del animal un durísimo retrato de la violencia machista. La cinta de Gaviria abusa de cierta reiteración, pero lo gráfico de su propuesta corta el aliento. Coherentemente, ha obtenido también el galardón al mejor montaje
El argentino Leonardo Sbaraglia, uno de los grandes protagonistas de esta edición de Málaga con varias películas proyectadas y el Premio Málaga Sur, ha sido elegido también mejor actor de la sección oficial por el thriller El otro hermano, una cinta sucia y áspera que construye un mundo desasosegante en el que Sbaraglia brilla en la piel de un personaje oscuro y amoral.
Un palmarés intachable que pone un buen colofón a la vigésima edición de este certamen para el que la decisión de incorporar cine latinoamericano ha servido no sólo para abrirse al mundo sino también para ser más exigente con los contenidos patrios. Vamos a por la 21ª.