Any Crybabies Around, digámoslo desde el principio, no es un gran película pero brinda una oportunidad agradecida: descubrir ritos y maneras desconocidos a nuestro entender occidental. El japonés Takuma Sato ambienta su segunda película en el Namahage, una tradición folclórica en la que adultos disfrazados ogros visitan a los más pequeños de la ciudad por el Año Nuevo al grito de «¿Hay algún niño llorón por aquí?».
Nuestro protagonista es un padre jovencísimo al que el Namahage se le va de las manos y aparece en televisión desnudo llevando únicamente la máscara de ogro. Es la gota que colma el vaso con su mujer —que no sabemos por qué, estaba ya calentita— y que le condena al ostracismo en su pueblo. Dos años después vive en Tokio y siente la llamada de regresar y pedir perdón.
Es una premisa bastante simple y la cinta no tiene mucho más desarrollo. Lo más interesante es el retrato de una sociedad con un pie todavía atrapado en las convenciones más tradicionales, pero en general la película se siente poca cosa.