La película georgiana Dasatskisi (Beginning) ha dividido como pocas al público y la prensa del Festival de San Sebastián, donde se ha proyectado a concurso en su sección oficial. Lo hubiera hecho en Cannes, como atestigua el sello ‘Selección Cannes 2020’ y como lo hicieron dos cortometrajes anteriores de la misma directora, Dea Kulumbegashvili, georgiana formada en Nueva York.
Beginning tiene un arranque rotundo y valiente, que es un punto de partida no sólo para la trama sino también para la forma. Un único plano en el interior de una iglesia de Testigos de Jehová: empieza vacía, entra una mujer, después tres niños a los que castiga, más tarde un hombre seguido por feligreses, que van tomando asiento, cierran las persianas, comienza la intervención y cuando llevamos un rato escuchando por qué Abraham mató a su hijo Isaac alguien arroja unos cócteles molotov y todo sale en llamas. Un único plano. Sin duda, es una directora audaz.
La mujer que hemos visto al principio es nuestra protagonista, uno de los chavales es su hijo y va a vivir unos acontecimientos aún más traumáticos. Y según nos los presenta, la película se va enredando poco a poco en su parquedad, sus fueras de campo y cierta trivialidad al decidir qué mostrar y qué hurtar. Su decidida ambición por epatar al espectador se convierte en su propio enemigo convirtiéndose en una cinta dificilísima de ver, con momentos sostenidos hasta una infinidad vacua y giros argumentales que sólo se justifican metafóricamente pero que traicionan constantemente la lógica interna de la narración.
Sin duda conviene aprender a decir Kulumbegashvili porque promete ser una directora seguir, pero necesita pulir su pretenciosidad.