'Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan'
DIVERTIDO E INTERESANTE
Documental sobre el ex líder de The Pogues que recorre su vida de excesos y éxitos, pero también sus descensos a los infiernos de la droga y la locura
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Retrato melancólico
Pese a lo trillado del género, en un documental musical no siempre los realizadores consiguen interesar al espectador; la mayoría del público suele limitarse a los títulos protagonizados por sus ídolos. No es el caso de Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan, la película producida por Johnny Depp (gran amigo del compositor desde hace décadas) que se ha presentado a competición en el Festival de San Sebastián.
Bien es cierto que tras las cámaras se halla un director curtido en los conciertos de las incipientes bandas de la escena underground rock y punk del Londres de los setenta. Hablamos, claro, de Julien Temple. The Clash, The Sex Pistols, Glastonbury… Y, ahora, Shane MacGowan. Responsable del éxito mundial ‘Fairytale of New York’ (que acabó por detestar) y de ‘Fiesta’, el líder de The Pogues es todo un personaje. Alcoholizado desde los seis años, una vida plagada de excesos no le impidió convertirse en una de las figuras más importantes de la música irlandesa y todo un icono del punk.
El documental está hecho a partir de grabaciones inéditas de sus conciertos, animaciones originales, material familiar, programas de televisión y entrevistas, incluidas las hechas expresamente para esta cinta, con su esposa, Depp, el ex líder del Sinn Fein, Gerry Addams, y el cantante de Primal Scream, Bobby Gillespie.
Asistimos al descenso a los infiernos desde su infancia en Tipperary, Irlanda, donde se crió a base de alcohol, pero también de música tradicional y catolicismo. Junto a su familia emigró a Londres, donde fue un alumno conflictivo en un colegio elitista. En su adolescencia accedió a la escena underground (que pronto conquistó), lugar en el que también comenzó su relación con las drogas. Estuvo en rehabilitación varias veces en su vida. Y en un hospital psiquiátrico. Todo lo superó, y parece un milagro que continúe vivo.
En Crock of Gold: A Few Rounds with Shane MacGowan hay, además, un interesante repaso al conflicto político entre Irlanda y Reino Unido —no en vano, MacGowan era un ferviente patriota irlandés—. La cantidad de buena música que escuchamos no resulta suficiente, sin embargo, para borrar el retrato melancólico de un compositor (un poeta, como muchos lo llamaban) al que parece no quedar muchas canciones por escribir.