‘Patria’, dolor y reconciliación en una serie con identidad propia

'Patria'
Drama familiar
La adaptación a serie de la novela de Aramburu es una reconstrucción del dolor producido por el terrorismo a través del rigor histórico y el cariño hacia los personajes. Una crónica familiar que vuela alto respecto del original
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Humana y dolorosa

La novela Patria de Fernando Aramburu se colocó hace cuatro años a la cabeza de los libros de ficción más vendidos en España, algo inaudito si se tiene en cuenta que repasa en más de 600 páginas 30 años de historia reciente, además una historia que ha dejado muchos cadáveres y muchas heridas aún abiertas. Pero a Patria le importa menos la historia y más las heridas. Y sobre todo cómo los protagonistas, víctimas y verdugos, las sobrellevan, las cuidan, las lamen para que sigan abiertas o las cierran en falso para no verlas. Y es más inaudito aún que hubiera cierto consenso a ambos lados del llamado conflicto vasco sobre la novela y sobre su poder sanador. O por lo menos conciliador.

Su adaptación a serie en ocho capítulos, que ha llevado a cabo Aitor Gabilondo para HBO y que se ha presentado en la jornada inaugural del Festival de San Sebastián, en un maratoriano pase de ocho horas de duración, es igual de ambiciosa. No sólo por adaptar esas 656 páginas, respetando su identidad, los personajes y la trama principal, sino por querer traducir al lenguaje audiovisual ese mismo poder conciliador, casi catártico. Pero los que vayan a verla buscando la polémica de la equidistancia provocada por el cartel no la van a encontrar. En la serie no hay equidistancia con el terrorismo.

Con el adiós a las armas de ETA en 2011, Bittori, cuyo marido murió asesinado por la espalda a pocos metros de su casa 30 años antes, vuelve al pueblo que tuvo que abandonar para intentar averiguar antes de morir quién fue el que disparó el arma. En realidad busca algo de paz, de consuelo y de reconciliación que llevarle a su marido, el Txato, cuando se reúna con él en el otro barrio. Necesita saber, algo que en el pueblo se interpreta como un desafío y una provocación. Esa interpretación la encarna sobre todo su ex-amiga Miren, cuyo hijo se unió a la banda terrorista y pudo perpetrar el asesinato. Un hecho que transformó radicalmente las vidas de las dos familias que han estado sin encontrarse tres décadas.

Y se puede decir que el mayor acierto de Patria es la elección de los actores, porque todos, sin excepción, están soberbios en sus personajes. El reparto lo encabezan dos veteranas, dos verdaderas heroínas de western. Elena Irureta es Bittori, la viuda del Txato, una mujer fuerte y orgullosa con una determinación de hierro, poco dada a los afectos y a las buenas palabras. Ane Gabarain es Miren, su archienemiga, a la que llama “esa” o “la loca”; es de carácter más agrio y visceral que Bittori, pero sospechamos que su radicalización viene del amor por su hijo Joxe Mari más que por verdadera convicción.

Los maridos, el Txato y Joxian son amigos de grupo ciclista y partida de cartas, gente trabajadora y sin dobleces que huye de la confrontación. Interpretados con sobriedad por José Ramón Soroiz y Mikel Laskurain, hacen de la parquedad de palabras y la estolidez su mayor valor, y saben sacar emoción del espectador en momentos claves de la serie.

Los hijos de las dos familias son también estupendos: destacan menos Íñigo Arambarri (Xabier, hijo de Bittori y el Txato) y Jon Olivares (Joxe Mari, hijo de Miren y Joxian), quizá porque sus personajes tienen menor recorrido emocional. Susana Abaitua (Nerea, de Bittori y Txato) y Eneko Sagardoy (Gorka, de Miren y Joxian) representan dos caras de la misma moneda, los hijos pequeños que intentan hacer vida independiente de sus familias pero que saben que en algún momento tendrán que enfrentarse a la tragedia. Y la grandísima sorpresa es Loreto Mauleón, que interpreta a Arantxa, hija mayor de Miren y Joxian, el personaje que articula esa reconciliación entre las dos familias a través de una tragedia personal.

Con una cuidadísima ambientación urbana y humana que intenta reflejar los años grises del País Vasco y la rigidez de la moda de los paisanos, y una sintonía de Fernando Velázquez que tiene aire de western crepuscular, quizá el defecto que podría achacársele es que habría pedido una dirección más arriesgada en algunos momentos y que los capítulos finales son desde el punto de vista cinematográfico más torpes; también algunos diálogos resultan demasiado explicativos, lastrando la naturalidad predominante. Y algunas tramas y personajes secundarios que sí tienen más presencia en la novela son tan anecdóticos en la serie que casi mejor habría sido eliminarlos.

Sin embargo el interés no decae en ningún momento y en la sobriedad británica del guión, la fotografía y las interpretaciones brillan no pocos momentos de emoción. Patria es una serie ambiciosa,  y de alto nivel, y tiene todas las papeletas para equiparar su probable éxito al de la novela.