La categoría de mejor música en los Goya de este año la componen un casi recién llegado procedente de la televisión, un consagrado (y denostado) autor con dos Oscars y dos de los mayores exponentes del gremio en nuestro país, que acumulan entre ambos once cabezones. Sin desmerecer la calidad de los dos primeros, creemos que éste será un duelo entre la espectacularidad de Roque Baños y el intimismo de Alberto Iglesias.
Roque Baños por Balada triste de trompetaEl compositor murciano empezó a trabajar para el cine algo tarde, con casi 30 años, pero ya empezó a destacar con sus trabajos para Segunda piel, la excelente El corazón del guerrero o, la que sería su primera nominación a un Goya, La comunidad. Dos años más tarde ganaría por su canción para la Salomé de Saura. Tras otras candidaturas como Frágiles o Alatriste resultó vencedor dos ediciones seguidas gracias a Los crímenes de Oxford y Las 13 rosas. Su décima nominación a un Goya le viene de nuevo por una película de Álex de la Iglesia: Balada triste de trompeta es una orgía de cuerdas que estremece con su potencia y su oscuridad, sin olvidarnos del lirismo que aplica al triángulo (des)amoroso que vertebra la historia, ni del toque festivo que proporciona el mundo circense. Una partitura variada y asombrosa. |
Gustavo Santaolalla por BiutifulEl argentino, con sus dos Oscars bajo el brazo, podría parecer que parte con ligera ventaja por encima de sus competidoras. Aparte de sus premiadas partituras de Brokeback Moountain y Babel, suya es la música de películas como En tierra de hombres o Diarios de motocicleta. Y no sólo trabaja en EE UU, España o Mexico, también ha tanteado el cine brasileño (Linha de passe). La música de Biutiful sigue fiel a su estilo: base de guitarra y tempos lentos que casan perfectamente con los paisajes tristes y urbanos de las imágenes de Iñárritu. Un trabajo notable y que funciona, pero que no está a la altura del resto de candidatos. |
Víctor Reyes por Buried (Enterrado)El compositor salmantino consigue su tercera nominación a un Goya tras sus candidaturas a mejor canción por Concursante y a la banda sonora de la injustamente olvidada En la ciudad sin límites. Relacionado principalmente con la televisión (Acusados, Sin tetas no hay paraíso o Felipe y Letizia, entre muchas otras), realiza un trabajo asombroso para la aventura intimista de Rodrigo Cortés Buried (Enterrado). Con ecos del Mark Mancina de Speed en los títulos de crédito y un uso de los instrumentos de cuerda que evoca al Giacchino de Perdidos, estamos ante una banda sonora impactante, que subraya la tensión que Cortés logra transmitir con muy pocos elementos. Le falta simplemente un ligero toque de genialidad para medirse con los grandes. Pero tiempo al tiempo. |
Alberto Iglesias por También la lluviaAsociado en los 90 al cine de Julio Médem y en la década posterior al de Pedro Almodóvar, sus ocho Goyas y sus dos nominaciones a un Oscar (El jardinero fiel y Cometas en el cielo) son una carta de presentación extraordinaria para este compositor vasco fuera de serie. La música de Iglesias siempre va de lo más pequeño a lo más grande y en También la lluvia volvemos a disfrutar de una partitura en apariencia sencilla pero que cala hondo. Una música que sabe potenciar la interpretación de los actores y que a la vez sabe dar dimensión a las diversas capas de la trama (la histórica y la reivindicativa) no se puede calificar de otra forma que gloriosa. Y merecedora de un noveno Goya, aunque a Iglesias no le quepan ya más cabezones en casa. |
Debería ganar: Balada triste de trompeta