Cuando una película viene presentada por Luís Miñarro y su productora Eddie Saeta, ya partes de la base de que no vas a asistir a la proyección de una película al uso. Como en otras producciones de Miñarro, y también en otras películas de Agustí Vila, el director de esta La Mosquitera, hay una intención estética y simbólica más allá de la mera historia que cuenta. Algo que agrada y repele a partes iguales.
Y es en esta historia de desquiciados urbanitas, en la que más difícil resulta sentirse cómodo, porque el desarrollo de la trama, que pretende reflejar a personas desubicadas sentimentalmente para consigo mismo y para con los demás, navega a la deriva genérica sin llegar a definirse como drama, como comedia, o como cualquier otra cosa que ayude a poder entender esta arriesgada propuesta.
Este desconcertante e incómodo proyecto viene respaldado, eso sí, por unos espléndidos actores, capaces de resolver con nota la papeleta de interpretar personajes con un rumbo difuso, en especial la pareja protagonista formada por Eduard Fernández y Emma Suárez.
Es desasosegaste comprobar como una propuesta con una propuesta tan aparentemente interesante, se pierde por los cauces del no convencionalismo para acabar demostrando que nada ha cambiado, a pesar de haberse producido cambios. Una oportunidad perdida de contar una interesante propuesta, pero que no termina de llegar al espectador, por más que este ponga de su parte.
En definitiva una apuesta más por el cine de autor y con menos público que en este caso concreto adquiere una aparente significación previa, pero que en su ejecución se pierde por los derroteros de la narración no convencional para acabar siendo un pastiche de interpretaciones que desembocan en la nada.