‘La abuela’, terror sin terror

'La abuela'
Terror sin sustos
Fría parábola sobre la dualidad juventud-vejez tratada con superficialidad y sin momentos de terror
2.5
Decepcionante

Se esperaba con ansia la última entrega de terror de Paco Plaza después del éxito de Verónica en 2017, todo lo más cuando se trataba de una película con guion de Carlos Vermut. Pero a estas alturas del Festival, se podría decir que ha sido una de las decepciones más dolorosas de la Sección Oficial. Dolorosa por las expectativas y también porque dentro de ella hay una película mejor, escondida en un guion artificioso, sobreexplicativo y lleno de tópicos, y también de miedo a explorar qué hay más allá de ellos. Una joven modelo con una carrera prometedora en París debe volver urgentemente a Madrid para cuidar de su abuela, anciana y sola, que acaba de sufrir un derrame cerebral. Para no detener su incipiente éxito, se empeñará en buscar a alguien que pueda cuidar de ella, pero fuerzas ocultas lo harán imposible.

La película no carece de atractivos. Las actrices están muy bien seleccionadas por físico, aunque la joven Almudena Amor no exprime, quizá por inexperiencia, todos los registros que requeriría ese personaje, y el papel mudo de la anciana Vera Valdez se reduce a una presencia espectral de poco recorrido. La magnífica ambientación se debe a un gran trabajo de diseño de producción que se apoya en una fotografía oscura pero llena de matices y unos efectos visuales contados pero impresionantes, aunque falla por el lado del diseño de vestuario, algo pobre y poco cuidado, y por la música, tópica del género y con un par de temas («La raja de tu falda» de Estopa y el bolero mexicano «El reloj») que quedan un poco ridículos. Se apunta también una intrahistoria muy atractiva (el amor más allá de la muerte) cuya exploración habría enriquecido indudablemente el resultado; sin embargo se pierde en una trama aburrida de obsesión por la juventud. Tempus fugit, un tema más viejo que el hilo negro. Pero lo peor es que el cine de terror ha de provocar una reacción visceral, y en La abuela esta reacción se aborta antes de que pueda darse, por el exceso de información y de enfatización, y una colección de tópicos visuales y de presencias frías y estáticas que derriban cualquier esfuerzo por empatizar con la protagonista.